SOBRE LA AMISTAD Y EL AMIGO
En la ruta de la vida, uno suele encontrarse con circunstancias que nos ponen en “evidencia”: de fragilidad; ineficacia; madurez; sabiduría; pudor; locura; timidez o en otras similares.
Lo cierto, lo verdaderamente cierto, es ese encuentro de la persona humana frente a la “circunstancia” que no necesariamente debe ser casual o fortuita; y así ante el “hecho” (la circunstancia) la persona humana tiene siempre dos alternativas: o acepta o se revela.
Las circunstancias dejan a la persona en evidencia; o se acepta o se rechaza; así ante la revelación de la verdad, o se la acepta o se miente a si mismo y/o a los demás. Yo ya dije alguna vez que la amistad se le parece.
No se puede elegir a la familia, es sabiamente impuesta por Dios y su ley; inapelable. Pero la amistad se elige siempre y en el transcurso de mi vida he creído conseguir muchas veces; y no era.
La amistad se forma y se forja con el tiempo. Y es el tiempo quien da temple al acero. Además de tiempo es necesario que durante su transcurso sucedan hechos –circunstancias- como siempre dice una amiga: “comer juntos una bolsa de sal a cucharadas”; y ambos sabemos que la hemos comido juntos.
En la amistad también es necesario compartir las “circunstancias”, los hechos comunes e íntimos de la amistad, por eso hay una especie de “velo” que solo se corre en la intimidad de la amistad y se cierra, momentáneamente, “hasta el próximo encuentro”. Es el comienzo de la reserva y el secreto de amistad; el secreto de lo mutuamente confesado, la reserva de la intimidad misma de la amistad. Es la confidencia que debe celosamente guardarse.
Del mismo libro y por el mismo autor
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2 comentarios:
hermoso post
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